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jueves, 21 de octubre de 2010

Entrevista a Betty Elizalde

-Betty, ¿cuál es la razón por la cual hay pocas mujeres ejerciendo la conducción radial?


-No encuentro una explicación lógica. Se escuchan voces en cantidad, pero disminuidas en calidad. Y además son frontones de los conductores. Allí está esa legión a la que se recurre para dar la hora, la temperatura y la humedad o leer alguna publicidad que no está cargada en la PC, y me ofende, porque constituyen el blanco de todo tipo de agresiones, supuestamente desde la óptica del humor o la ironía. Yo celebro el chiste inteligente, pero no ese humor que apunta a la humillación. Reconozco que no lo digo sólo ahora y quizá por eso elegí estar en esta emisora, La Isla, donde no es casual que haya en su programación diaria tres programas femeninos (la primera mañana con Gloria López Lecube, la segunda con Luisa Valmaggia y luego el mío). Y aquí hago lo que me gusta. Siempre respondí igual ante ese tipo de expresiones: daba un portazo y me iba; claro, eran otras épocas. Recuerdo que de manera inmediata me llegaban no menos de cinco ofrecimientos. Ahora conduzco mi programa con el sistema de coproducción, porque hoy o te convertís en empresaria o te quedás en tu casa. En verdad, en la radio siempre tuvo preminencia el hombre, pero la mujer ocupaba un lugar más cuidado que el actual, en el que debe soportar todo tipo de guaranguerías. A mí me molesta escuchar que no se las menciona por el nombre, sino por apodos muy desagradables, y como contrapartida están las locutoras de FM, a las que aleccionan para que mantengan cierta uniformidad, que no tengan personalidad y que no se las distinga. Con muy pocas excepciones, como Elizabeth Vernaci, que supo plantarse y bien. Creo que en ese aspecto hay casi una suerte de discriminación.

-¿Usted siempre fue una mujer de armas llevar?

-Toda la vida. Por las injusticias encaré a compañeros y hasta a autoridades de emisoras; acepto el diálogo, pero no que me cambien las reglas de juego. Y esto surgió ya en el 70, cuando Edgardo Suárez, con el que íbamos a conducir un nuevo ciclo, anunció que quería hacerlo solo. Yo quedé afuera y a partir de ese momento decidí que quería hacer exactamente lo mismo. Hoy siento que quizá resigné la pelea por el primer lugar, pero estoy muy cómoda, me considero una gran escuchadora, me gusta poner la oreja. Los oyentes lo saben y a esta altura compartimos todo: ideología, autores, poemas, melodías, canciones, ritmos, etc. Y como no soy nostálgica rechazo propuestas de los que quieren que vuelva a conducir una nueva versión de las "Siete lunas". Por Dios ¿a esta edad? Pero debo señalar -y lo dice en un tono con cierta ironía- que lo sigo haciendo para Ecuador. Vienen de una emisora importante dos veces al año: grabo muchísimas horas: textos, música y hasta publicidad, y luego lo ponen el aire; pero allí no me conoce nadie, sólo escuchan mi voz.

-De todas maneras "Las siete lunas de Crandall" marcó un hito en su carrera y en la radio?

-Sí, y sería muy necia si no lo reconociera. Ese ciclo, que produjo la agencia de Julio Moyano, marcó el punto de inflexión, porque el oyente dejó de ser pasivo para ser más participativo y podríamos decir que tuvo un ida y vuelta más íntimo. "Las siete lunas" llevó a un contacto casi personal con la audiencia y cada uno sentía que "le hablaban al oído y solamente a uno". Fue un ciclo importante para trascender y hoy lo llevo en el corazón, como tantos que lo escucharon y todavía hoy me paran en la calle y me dicen cosas tan maravillosas que me emocionan y hasta recibo abrazos increíbles recordando esos momentos del programa. Soy consciente de mi voz y mi estilo, pero la pionera en esto, y hay que remarcarlo, fue Lidia Saporito. Sin embargo, a la hora del balance, sin dejar de lado ciclos como "La gallina verde", "¿Y a mí por qué me escucha?", programas con Marcos Mundstock como "El sillón y la copa"y otros como "Adán y yo" y "Buenas noches señor Adán", mi recuerdo más entrañable es para "El buen día", que se emitía los sábados, de 8 a 12, en Del Plata, y compartíamos la mesa con Tomás Eloy Martínez, Carlos Burone, César Bruto, Roberto Rial y Raúl López Biel: era una gloria y creo que no podría compararlo con ninguno de los actuales.

-¿Existe alguna fórmula para realizar un programa exitoso?

-Si existe yo no la pongo en práctica. A quién se le ocurrió que es ese delicado equilibrio entre la música y las palabras o que debe haber en todo programa una cortina identificatoria. Yo creo que un programa es exitoso cuando resulta entretenido; por esa razón me gustan Dolina, Lalo Mir, me encantaría escuchar a Peña otra vez en alguna emisora, porque sorprenden, son creativos y lógicamente entretienen a los oyentes.

-¿Cuál es su opinión de la radio actual?

-La veo impregnada y en algunos casos hasta invadida por la TV. Tengo la sensación de que muchos programas se arman con lo que pasó la noche anterior en la pantalla chica. Y en algunos casos la observo vacía de contenidos, como necesitando mostrar una imagen joven y con los códigos que da en general la TV, donde se festejan hasta las arbitrariedades. En la mañana se brindan notas o reportajes casi en cadena nacional, o se inspiran netamente en la tapa y títulos de los diarios o revistas de actualidad, a los que no me parece mal tener en cuenta, pero no para que sean sólo los únicos referentes. ¿Será porque creen que la radio es periodismo? El periodismo es sólo uno de los elementos de la radio. Y en algunas circunstancias esto se refleja como una clara falta de profundidad. Por otro parte, me preocupa la actitud que asumen algunos conductores, que en su afán de parecer más jóvenes -porque les da terror aparecer como viejos- se manifiestan hasta en forma grosera o procaz, tratando de copiar un lenguaje que en el fondo casi no entienden. Porque incluso para hacer radio como si se tratara de un simple encuentro entre amigos en un bar hay que saber sostenerlo. A mí me pasa todo lo contrario, y sin embargo desde que Fernando Peña es asiduo concurrente a mi programa he capitalizado mucha audiencia joven, pero no por eso he cambiado mi forma de expresarme y sé que me aceptan como soy. Me parece que mucho tiene que ver en todo esto la falta de formación de muchos comunicadores. Quizás este pensamiento se deba a mi fanatismo por la radio, que me ha sostenido en los momentos más críticos de mi vida.

Integrantes de los Pérez Garcia

Los intérpretes formaban parte del elenco estable de Radio El Mundo. Martín Zabalúa interpretaba a "Don Pedro", jefe de la familia, y Sara Prósperi a su esposa, "Doña Clara". Los hijos de ambos eran representados por Pepita Férez como "Luisa" y Jorge Norton en el papel de "Raúl". Julián Bourges personificaba a "Tito", esposo de "Luisa", y Nina Nino a "Mabel", novia de "Raúl". Emilio Comte era "Cachito", hijo de "Tito" y "Luisa", y luego se agregó Laura Bove personificando a "Alicita", la hermana de "Cachito", de cinco años de edad. Gustavo Cavero era "Castilla", compañero de trabajo de "Don Pedro" y amigo de la familia, y Esperanza Otero hacía el papel de "Catalina", esposa de "Castilla". Alfredo Marino representaba a "Juan", un hermano de "Don Pedro" que solía meterse en líos y al que había que ayudar a salir de ellos. Luego de la muerte de Martín Zabalúa este personaje sentó cabeza y se convirtió en "el tío Juan", que no suplió la figura de "Don Pedro" pero aportaba su experiencia junto con "Doña Clara".
Martín Zabalúa tenía una voz profunda y grave, y solía tener a su cargo los finales de cada historia con palabras basadas en lo sucedido que dejaban una enseñanza, a manera de moraleja. Los personajes se comportaban como los de una familia común, y eso era lo que más gustaba a los oyentes, porque se sentían identificados. Era una familia que trataba de vivir de acuerdo con las buenas costumbres, y siempre las decisiones que se tomaban tenían esto en cuenta, lo que también era apreciado por la gente, que seguía las mismas normas de vida. "Castilla" solía intentar negocios para hacerse rico, que siempre terminaban mal, y algunos de sus dichos eran "cualquier cantidad", "póngale la firma", o "hay que estar en la pomada".

Fragmento de entrevista a Rina Moran y Beba Vignola


-¿Cómo fueron sus inicios?
Beba : -Yo empecé a los 16 años. Estudiaba en el conservatorio, pero el destino y Dios me hicieron abrazar esta profesión. Mi primer programa fue el debut como solista de Alberto Castillo en radio Belgrano. Después, seguí con todas las figuras nacionales e internacionales, para hacer la presentación. Estaba con "Cacho" Fontana y con Antonio Carrizo, que era el conductor.
Rina : -Yo empecé a los ocho años en radio El Mundo, como actriz. Hacía falta una nenita, y me llevó mi papá, José Tresenza. Lo hice bien y me quedé en el elenco estable. Cuando cumplí catorce, mi papá me dijo que tenía que elegir entre la actuación y la locución. Por algo nos encontramos y estuvimos tanto tiempo trabajando juntas. A mí me hace muy feliz estar con ella.
-¿Cuánto tiempo trabajaron juntas con Fontana y Larrea?
Beba : -Con Fontana 14 años; con Héctor, 19 años.
Rina : -Los mismos años con "Cacho" y 17 con Larrea.
-¿Cómo se hace para conservar la vigencia, la frescura y la voz?
Rina : -Somos buenas tipas, nos reímos mucho. La bondad ayuda a estar bien. Y esto de ser un poquito inconscientes, también.
Beba : -Conservar la voz no es fácil después de tantos años de trabajo. No fumo, pero tampoco hago nada para cuidarme. Es la mano de Dios.
-¿Qué diferencia sienten entre la radio de antes y la de ahora?
Rina : -A mí me gustaba mucho El Fontana show, que iba todo guionado. Héctor no tenía guión, pero sí mucho orden y pasión por el trabajo.
Beba : -Hace muchos años que no escucho radio. Además, no entiendo lo que hablan. No modulan. No somos locutoras recibidas, pero cuando comenzamos no estaba el Iser.
-¿Con quiénes trabajaron, aparte de Héctor y de "Cacho"?
Rina : -Con Juan Carlos Mesa, Altavista, Dolina y Juan Carlos Calabró, entre muchos otros.
Beba: -Yo estuve siempre en El Mundo trabajando con "Cacho" y con Carrizo. También con Héctor Maselli, Roberto Gil, Mareco y con Sergio Velazco Ferrero. Pasé mi vida en radio El Mundo. Ahí me puse de novia, me casé, tuve mis hijos; me casé, me separé y tuve otro marido.
-¿Cuál sería la fórmula de la vigencia y el éxito?
Beba : -Seremos antiguas, porque ahora no se usa este estilo. Hoy me llamó Fernando Peña para que saliera al aire, y me dijo: «Te pido una sola cosa: decime Marolio».
Rina: -Yo creo que es la energía; somos pura energía. La gente todavía se acuerda de algunos avisos. Nos gritaban por la calle: «¡Periquita!», porque hacíamos la propaganda de unas esponjitas.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Una vieja deuda con el interior

Por Nahúm Mirad*.   "Es deplorable que un simple juego de intereses haya colocado a tres destacados exponentes del periodismo en una posición antinómica con la mayoría del periodismo nacional". Lejos de ser una opinión desde posturas oficialistas (a menos que aceptemos que se trató de un kirchnerismo precoz) este párrafo se encuentra en las páginas del diario cordobés La Voz del Interior, en la actualidad propiedad del Grupo Clarín.

Publicaba en marzo de 1979, la nota remitía a un documento de Adepa. El precio del papel "constituye una amenaza a las libertad de prensa en la medida que puede determinar el cierre de periódicos que luchan por sobrevivir", continuaba la nota citando a Carlos Ovidio Lagos (por entonces presidente de Adepa y dueño del diario La Capital de Rosario). "La industria del papel de diario no debe montarse a expensas del periodismo nacional con un alto costo que lesione la libertad, para beneficio exclusivo de los tres diarios copropietarios asociados al Estado", sentenciaba Adepa por entonces.

Cuentan los editores memoriosos, que además de Ovidio Lagos y los representantes de La Voz del Interior, quienes conducían La Arena de la Pampa y Comercio y Justicia de Córdoba –entre otros–, fueron algunas de las voces que se oponían al lugar dominante que adquirirían los diarios capitalinos tras el traspaso de acciones de la productora papelera.

El ciudadano agudo notará que entre los documentos que sustentan el informe presentado días atrás por el Gobierno Nacional, existe un acta de la Junta Militar, donde consta que se requiere a Clarín, Nación y La Razón vendan a los diarios del interior un alto porcentaje accionario en "las mismas condiciones en las adquirieron".

Un anexo al acta incorpora a nuestra historia (y en la suerte de la prensa de todo el país) un rotundo "No" como respuesta. "Quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa en la Argentina"... No quedaban dudas por entonces.

El consumo total de papel para periódicos en nuestro país casi llega, hoy por hoy, a 240.000 tn por año. Papel Prensa produce algo más de 170 mil tn.

El resto debe importarte. Es cierto que hoy Papel Prensa está vendiendo –tenemos entendido que sin restricciones– a quienes quieran comprar. Es cierto también que a veces la importación es más "barata" que la producción nacional y es en esos momentos donde la disponibilidad de lo producido en Argentina se flexibiliza. Pero los buenos precios internacionales pueden obtenerse cuando se negocia en grandes cantidades, cuestión que está lejos de periódicos que venden 2.000 o 3.000 diarios en poblaciones de 40.000 habitantes.

No obstante su "pequeñez" ante los ojos de las grande urbes, la sumatoria de estos periódicos conforman una verdadera red informativa con un profundo anclaje en las comunidades del interior.

Esta red, lejos está de poderse adaptar a las altas y bajas de los precios internacionales. Lejos está de poder consolidar proveedores internacionales y más lejos aún está de poder negociar precios.

Un ejemplo que me queda a mano: El diario de Villa María, empresa cooperativa, con una tirada de 6.000 ejemplares es el periódico más importante del la zona de influencia de esta rica cuenca lechera.

Los villamarienses leyeron su periódico impreso sobre papel chileno, ruso, estadounidense, canadiense incluso hasta chino.

A diferencia de un diario grande o mediano, de los que son atendidos regularmente por Papel Prensa o que pueden importar hoy a 500 dólares por tn, la definición de sobre que soporte imprimir no es una elección de estrategia de costos, se trata de imprimir sobre "lo que se consiga", pagando en la actualidad cerca de 800 dólares por tn a revendedores.

Una observación sobre la que elegimos detenernos: ¿Qué tipo de información no pueden agregar o recortan los diarios del interior sin acceso "facilitado" al papel? Generalmente, por su firme inserción comunitaria, la información que se recorta es la nacional.

Es decir, se pierde mirar el país, sus avances y problemáticas, con los "ojos del lugar de pertenencia". Y esa mirada se reemplaza por la de los medios capitalinos, que también son "regionales" (esta brillante afirmación es de Sergio Santesteban, editor general de La Arena).

Se afecta así, también, la construcción simbólica de un país desde y para cada aldea. Se impacta sobre la posibilidad de construir un verdadero federalismo. Se acentúa el relato construido desde "el puerto"...

No hace falta ser un experto economista para comprender que una empresa con su principal insumo "calzado" en cuanto aprovisionamiento, precio, calidad, financiamiento, etc. será tanto más próspera y tendrá mayor capacidad para planificar su desarrollo que otra cuyo insumo es procurado de manera absolutamente inestable. Esta situación ubicada en un escenario donde, en determinadas regiones con mercados seductores para los grandes diarios, se entabla una competencia entre quienes controlan el insumo y quienes no lo hacen, no tarda en definir ganadores y perdedores. Tras 30 años de este esquema, los diarios regionales debieron vender a grupos económicos con capacidad de compra (muchas veces asociados a capitales extranjeros); debieron endeudarse; se cooperativizaron tras quebrar; sobreviven a duras penas, sin poder agregar páginas, diversificarse, etc.; o directamente cerraron.

Esta verdad de perogrullo –creemos desde Dypra– es el núcleo del problema a atacar, y el camino no es otro que producir la totalidad de papel que se requiere para el consumo nacional, con precios nacionales y sin posiciones dominantes en cuanto al abastecimiento tanto para los emprendimientos comerciales como para aquellos sin fines de lucro. Y esto debe ser política de Estado en materia de democratización de las comunicaciones. Es en este sentido que decimos que el envío del proyecto para declarar la producción de papel para periódicos como de interés público al Congreso, constituye una oportunidad histórica. Más allá de las fracciones políticas de pertenencia, abrigamos la esperanza de que los legisladores mirarán en cada una de sus provincias e indagarán sobre la situación de la prensa escrita en su complejidad y diversidad.
*Presidente de Dypra (Diarios y Periódicos de la República Argentina)
Redacción Rosario

miércoles, 25 de agosto de 2010

Papel Prensa dicho por todos

Por Federico Gayoso

Para aquellos que no saben, aquí va una explicación de que es Papel Prensa extraída de Wikipedia:


Papel Prensa S.A. es una empresa argentina dedicada a la producción de papel de diario. Fue fundada en 1972, y su planta, inaugurada el 27 de septiembre de 1978, está ubicada en la localidad bonaerense de San Pedro.
Es operada por un directorio elegido por la asamblea de accionistas. El Grupo Clarín posee el 49 % de las acciones y el resto se reparte entre el diario La Nación y el Estado argentino


Resulta interesante analizar cómo titularon los medios nacionales más relevantes la presentación del informe sobre la apropiación ilegítima de papel prensa.

El diario La Nación le dedica la parte principal de la tapa al anuncio presidencial en la Casa Rosada, acusa a la Presidenta de hablar sin fundamentos e incluso acusa una persecución hacia el medio. “Denunciará Cristina Kirchner a La Nación y Clarín ante la Justicia”, así encabeza la tapa La Nación, y publica una imagen de la mandataria en el acto en la Rosada y otra sobre “la reacción” de diputados opositores. Alerta que, apoyada en un “trabajo elaborado por un equipo que responde al polémico secretario” Guillermo Moreno, la Presidenta “Acusó infundadamente a ambos [diarios] de haber cometido delitos para comprar Papel Prensa”, y quiere “que se declare de interés público la producción de papel, para regularla”. Añade que al acto “faltaron casi todos los empresarios invitados” y que hubo “críticas de la oposición y de juristas”.

Por el lado del diario Clarin, se encargaron de desmentir la versión del gobierno a través de las declaraciones de la familia Graiver. "El hermano y la hija de Graiver desmienten la versión del Gobierno", titulío. Al respecto, destaca que “Isidoro Graiver, quien vendió Papel Prensa en 1976, y María Sol, única heredera de David Graiver”, dan a conocer “por primera vez” sus testimonios: ante escribano, "Isidoro dijo que la venta se hizo sin presiones, cinco meses antes de ser secuestrados por la dictadura”; y “María Sol afirmó que no tiene nada que reclamar”. Acerca de la “operación oficial para quedarse con Papel Prensa”, Clarín señala –en un recuadro- que “La Presidenta quiere una ley que declare de interés público la producción de papel”.

Bajo el título “Papel prensado”, Página/12 subraya que “Cristina Kirchner anunció que el Gobierno se presentará a la Justicia para que investigue la compra de acciones de Papel Prensa y que enviará al Congreso un proyecto de ley que declare ‘de interés público’ la producción de papel”.

En tanto, El Cronista prioriza que “El Gobierno quiere regular la venta de papel de diario con una ley del Congreso”, y considera que la “ofensiva oficial contra Papel Prensa fue menos dura de lo esperado”.
Al respecto, Ambito edita el título principal “Impondrán por ley precio único para papel de diarios”, y señala que el Ejecutivo “quiere que el Congreso controle el precio y el funcionamiento de Papel Prensa”.

Diario Popular y Crónica priorizan los anuncios de la Presidenta Cristina Fernández sobre papel prensa. Bajo el título "El Gobierno pide investigar venta de Papel Prensa", Diario popular explica que "La Presidenta anunció que presentará una denuncia penal por la compra de la empresa durante la dictadura"
Por el lado de Crónica, se titula "El fin del negocio" y habla de un golpe a los socios mayoritarios de una actividad hasta ahora hegemónica.

Desinformación Televisiva


Por María Carolina Murisi

Es inevitable que el sentimiento de incertidumbre crezca de forma desmedida a la hora de  "informamos", principalmente cuando la fuente de esa "información" es la televisión. Quizás lo ideal sería encontrar un punto medio en el procesamiento y análisis de esa variedad de datos y contenidos que consumimos, para no caer en la ingenuidad absoluta, pero tampoco en la paranoia exagerada, dos posturas antagónicas pero ambas iguales de peligrosas.  
Mucha gente no se detiene a analizar, a indagar, a considerar y "reconsiderar" lo que consume, ya sea desde programas de chimentos hasta noticias importantes en las que se ven directa o indirectamente relacionados; de hecho para muchos si lo dijo la tele es "palabras santa", y no cabe para ellos la posibilidad de error o de tergiversación de la noticia, por eso es que muchas veces en vez de informar, se termina "desinformando". Si bien éste tema está "trillado" por muchas personas encargadas de analizar los medios de comunicación y los modos en los que se realizan éstos actos comunicativos, creo que vale la pena seguir reiterando e insistiendo en la posibilidad de invitar a la gente a la reflexión y al análisis de lo que se consume como información confiable y veraz.  Muchos comienzan a ver estos asuntos cuando, por ejemplo, comienzan una carrera relacionada con los medios de comunicación, la cuestión es que no toda la población se dedica a eso, pero si toda la población consume lo que de esos medios justamente emerge.
Otro tema interesante es la elección respecto a quién decidimos escuchar, creer y oír cuando nos informamos. Hemos perdido la capacidad de confiar, ¿Cómo vamos a confiar? el tema es que nos volvemos desconfiados ante todo y todos, menos ante ese artefacto que nos dio la noticia.
Finalmente son los medios quienes nos terminan indicando a que tenerle terror, a que no, cual es la enfermedad de moda, cual es la peste que va a venir, a quien tenemos que creerle, a quienes no, que marcas tenemos que comprar, que comida comer, que esposo elegir, todo de una manera a veces obvia, a veces subliminal. No se trata de desconfiar de la televisión y de sus contenidos, se trata de saber poner un filtro y de saber seleccionar, discriminar cual es la noticia real y concreta de la que no.
Y no nos olvidemos que cosas buenas en el mundo pasan, pero como no hay sangre no son noticia.

La sociedad de la información y el día que dejamos de escuchar

Por Alejandro M. David

Los oídos captan voces, sonidos, música. Pero es en el escuchar cuando eso que recibimos se vuelve significativo, pensable, propio, nuestro. Cabe preguntarnos si en nuestro presente oímos o escuchamos. ¿Vos que crees? ¿Oís o escuchas?
Hace unos quince o veinte anos atrás la única forma de escuchar un tema era comprando el disco, CD o casete original.
Algunos melancólicos recordaran aquellas cintas caseramente grabadas que habrán reproducido una y otra vez en sus noches de salidas. Pero la copia casi siempre se hacia de el original de un amigo, compañero o familiar que había comprado el material genuino.
Las disquerías eran comercios exitosos desde el punto de vista comercial y lugares cautivantes para todo aquel que quisiera revolver las bateas que rebosaban de todo tipo de producciones.
Hace unos veinte años atrás los discos se escuchaban de principio a fin, se gastaban las tapas de cartón de los vinilos, se rayaban los compact disc, incipiente formato en aquel entonces, y se salían las cintas de los casetes que eran un formato preponderante y popular de esa época.
Sin duda, todo ese maravilloso desgaste de tapa y formato era reflexivo, era escuchado. Todos los temas se escuchaban porque duraban meses, y hasta años, en rotación en la radio. Era común sentarse a debatir sobre un disco porque esas producciones musicales, internacionales o nacionales, del género que a uno le guste recordar, eran reproducidas de principio a fin, tanto por melómanos y dee jays como por cualquier mortal que tuviese un disco. Todos sabíamos como sonaba "Oktubre" de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota porque lo habíamos escuchado en su totalidad.
Que distante estamos de esa realidad, aquí el tango parece no tener razón cuando reza "veinte años no es nada". De esa década del ochenta y noventa, de disquerias que vivían su época de gloria y de discos que se escuchaban reflexionando desde su sonido hasta el arte de tapa sólo queda un buen recuerdo.
Hoy muy pocos hablan desde el rock, el pop y hasta el reggaeton desde sus producciones discográficas. Todos los géneros llevan la misma prisa impuesta por el mercado o los tiempos que vivimos. Hasta el hit más comercial pasa sin pena ni gloria y es sepultado bajo toneladas de otros temas que de inmediato se convertirán en parte de ese presente hiper fugaz del que queremos dar cuenta.
¿Pero que pasó en el medio? ¿Cómo entender lo que cambió? Para intentar deducir por que los discos ya no se apilan, coleccionan y escuchan como otrora. Para comprender por que bajo las persianas para siempre una disqueria emblemática de la ciudad de Rosario como lo fue Tal Cual. Para saber por que ahora cuesta tanto que todos nuestros amigos sepan de una misma producción discográfica,  podemos citar al estadounidense master en sociología Scott Lash. Él manifiesta que "el orden global  de la información ha borrado y devorado todos los trascendentales. Ya no existe espacio exterior alguno para dicha reflexión crítica. Y tampoco hay tiempo". En síntesis, y redondeando la idea que introduce Lash, es por los flujos de información y la globalidad que ya no existe lugar posible para la reflexión.
 Pensándolo así podríamos entender por que ya los discos no se aprecian en su totalidad y no tienen la permanencia que en otros tiempos tenían en el aire de la radio.
Lash explica que los objetos en "su flujo global tienden a escapar de las intenciones y de la soberanía del sujeto". En estas líneas, nos permitimos considerar a las producciones discográficas como parte de la información, como una fibra de ese hilo que forma lo noticiable, que es lo que la comunicación media con lo global.
Lo que sucede con la música hoy en día tiene que ver con eso. Escapa de nuestro poder porque en esta "sociedad mediática" la unidad cultural es la comunicación. Y las características de esta última, según Lash, son lo breve, la velocidad y lo efímero.
Lo maravilloso de esta nueva sociedad de la información, de flujos comunicacionales y tecnología es que gran cantidad de artistas han podido trascender. Por medio de nuevos formatos, múltiples plataformas y redes han logrado hacerse escuchar de manera independiente. Situación que antes rozaba lo milagroso, ya que el poder de la difucion de un tema estaba condicionado por el contrato que solo unos pocos pudiesen alcanzar con una discográfica.
¿Pero el hecho de que una banda, por poner un ejemplo, tenga su video en la Web al alcance del mundo, sus temas a dispocision de quien quiera a través de los tan cuestionados programas de descarga o logre hacer crecer su grupo de fans por medio de las redes sociales, no hace que su producción sea otro "objeto" mas del que el sujeto ya no tenga control? Un "objeto" que viene a engrosar las filas de este "régimen informacional emergente de poder".
Y esa cualidad de breve, veloz y efímera que tiene esta sociedad hace que se necesiten todo el tiempo nuevos "objetos". Lo que genera un buen lugar para la producción pero quita territorio al análisis. En palabras del autor en cuestión, "ya no existe espacio exterior alguno para la reflexión crítica".
Quizás sea por eso que hoy los temas y los discos pasan rápidamente por la radio sin que podamos recordar siquiera que nombre tienen. Sin que podamos hablar de tal o cual lanzamiento. Porque al convertirse en "objetos" deben circular rápidamente para dar lugar a nuevos "objetos" que inmediatamente deberán hacer lo que sus antecesores. Sin que podamos escucharlos, sólo oírlos.
Respecto a esas disquerias que recorríamos hurgueteado bateas y bateas de discos, las mismas ya no tienen lugar en esta sociedad de la que habla Lash. Para algunos fueron comercialmente devastadas por la posibilidad de descargas gratuitas que brinda Internet a través del milagroso formato mp3, para otros razonablemente ajusticiadas.   Y en lo que respecta al lugar que cumplen, ha sido suplido por la posibilidad de tener todo lo que se desea en casa, al instante y, como dijimos, gratis. Bien lo aclara Lash, "las comunicaciones implican también movimiento de bienes y personas". A lo que podemos agregar, "la nueva economía es, entonces, una economía de las comunicaciones".
No obstante, Lash deja abierta una puerta por la que asoma un has de luz, de esperanza, al decir que si bien "no hay escape al orden de la información, la crítica deberá provenir del interior de la información misma".